Fragmento del Libro del historiador Francisco Luis Guisao Moreno » La Fiesta de los Diablitos y otras Fiestas en la Ciudad de Antioquia» MATAN A UN DIABLITO página 74
No se hace uno fácil a la idea de un diablito ultimado por acción homicida.
La imaginación se resiste a configurar la visión de un disfrazado, de pies a cabeza, derrumbado, ensangrentado y muerto criminalmente, sobre el piso de cualquiera de edificación o calle.
Gobernantes y demás personalidades de la ciudad de Antioquia estaban acostumbrados a que de los diablitos, sainetes, bundes, comparsas, o testamentos de «Don Pericles Carnaval» les llegara crítica mordaz o burlesca. Ni de ellos, ni de sus sirvientes, empleados o seguidores se esperaba una reacción violenta.
Sin embargo: el 28 de diciembre de 1825 un diablito tuvo la infortunada intervención de «cantarle» (trovarle) al gobernador Coronel Gregorio María Urreta, en la casa de éste, una falta militar no sancionada, y cometida en la lucha por la independencia.